
Por Francisco Ruiz Fernández
Aquí estoy, frente al muro, mirando su superficie rugosa y sucia. No sé cuanto tiempo llevo de pie ante él, pero me parece tanto que casi podría decir que lo conozco de memoria. De aspecto mugriento, deteriorado y decrépito, parece existir desde siempre. Me pregunto por enésima vez si será correcta la impresión que me da, como si esa pared se tratara de la misma eternidad vuelta materia tangible.
Cabeceo, negando en silencio.
Cabeceo, negando en silencio.
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